martes, 22 de junio de 2010

Reflexión sobre la película: El show de Thruman.


Varias son las cosas sobre las que me gustaría hablar, y eso es lo que voy a hacer. A través de una serie de anotaciones que hice a medida que visionaba la película, voy a reflexionar.


De entrada, una de las cosas que me llamó la atención, es que antes de ver la película, yo pensé que iba a ser un coñazo por el hecho de que ya la había visto varias veces. Sin embargo, a medida que la veía parecía que estaba viendo una película nueva. No recordaba ni el 90% de la película, y por supuesto, las reflexiones que me suscitó fueron nuevas. Esas son las reflexiones que voy a compartir en este texto.

Una de las cosas que me llamó la atención es que en el caso de Thurman, la vida privada y la vida pública se estremezclan. No existe la privacidad, él no disfruta de lo privado, de lo íntimo, y aunque no lo sabe, nada en su vida es auténtico, salvo un amor, salvo él. Aunque él sea auténtico en la medida en que no es consciente del engaño y actúa con cierta naturalidad, toda su vida es una farsa. ¿Qué tiene de íntimo? Lo peor de todo es que la gente que se supone que tiene vida privada, libertad, intimidad, vive de la farsa de Thruman a través de la televisión, y quizás hasta se les antoja más real que su propia vida. Me recuerda a las personas que ven la televisión y pienso que un gran porcentaje de lo que están viendo es verdad.

Otra de las cosas que me llamó la atención de la película, es que en mi opinión, se trata de una lucha por adquirir libertad, autonomía, lo cual puede compararse al proceso educativo, y podría compararse también con la socialización. Creemos que el mundo en el que vivimos es real, y que el sentido de la vida es el que creemos conocer, o el que creemos ignorar. Creemos que más allá de la ciudad que construimos para nosotros no hay nada. Nuestra vida es una farsa. Muchas de nuestras relaciones sociales están carentes de autenticidad, y en la mayoría de ellas no conocemos a las personas tal como son, y ellas nos conocen tal como somos. Además, la mayoría de nuestros anhelos, nuestras formas de ver el mundo, nuestras expectativas, etc., todo son cadenas. Esas cadenas nos atan a una farsa y nos impiden aventurarnos en la sorpresa del continuo devenir, de lo nuevo, de lo salvaje, de lo que aún está para nosotros por explorar, virgen, sin que ningún hombre haya puesto su sucia pezuña. Así, nos hayamos atados a esta farsa, nos acomodamos, y no queremos abrir los ojos. No queremos ver la verdad. Sin embargo, a veces, llega un momento en que uno comienza a dudar sobre la verdad, la realidad, empieza a plantearse el sentido de su vida, etc. Entonces ocurre que se da cuenta de que se halla atado a una serie de cadenas que le han impuesto y que se ha impuesto, como el dinero, la hipoteca, la familia, etc. Una vez está dispuesto a descubrir la verdad y asimilarla, porque gran parte de ese descubrimiento ocurre si uno asimila la verdad que muchas veces nos está oculta pero está justo ahí, ante nuestras narices. Uno descubre entonces que todo es una farsa, y se da cuenta de que no podrá escapar si no se libra de esas cadenas. Entonces a uno le dicen que todo lo que hay fuera es igual de falso, y, entonces, me asaltan las dudas. ¿Es el caso de Thruman análogo en cierto sentida a nuestro caso? ¿Vivimos una farsa? ¿Qué es verdad? A mi me da la sensación de que muchas veces, a los que se aventuran en la aventura de la realidad se les llama locos, se les manipula, de pronto parece como que hay una especie de sistema de videovigilancia, un gran hermano de dimensiones dantescas, y que todas las personas, incluso nuestras familias, en determinados aspectos pueden llegar a ser actores. Entonces, ¿somos todos actores?

Entonces resulta que tenemos un cierto miedo a la libertad, y en aras de una seguridad que nos impedirá ser libres nos echamos cadenas encima. Para alcanzar la libertad debemos afrontar nuestros temores más profundos. Me recuerda a una especie de mundo Matrix, en el que vivimos en un engaño, y muchas son las trampas de las que se sirven para mantenernos en la farsa. ¿Pero qué es verdad?

Somos objeto de manipulación constante, y ni siquiera cuando un foco se cae del techo queremos darnos cuenta de que el cielo es falso, que se trata todo de un gran escenario. Se nos manipula emocionalmente, con refuerzos, con opresiones, etc. ¿Qué hay más allá? ¿Cómo expandir nuestro ser? ¿Hay algo más verdadero que esta farsa? ¿Detrás de la farsa nada hay?

Han despojado de voluntad a las personas.

Hay un momento que me llamó la atención. Ese momento es cuando se encuentra Thruman ante su amada en la biblioteca. Entonces ella le dice que huya con ella, que la clase no existe, que todo es una farsa. Ella le pide que huya con él, y él le dice que tiene una vida, tiene que acabar unos estudios, etc. Pero todos sabemos que todo eso es falso. Que nada de eso tiene una existencia más allá del puro teatro. A veces lo relaciono con mi propio caso, y pienso: ¿Hasta que punto existe mi clase? ¿Hasta que punto existe mi mundo? ¿Es algo más que un teatro? Cuando se llevan a su amada, ella dice que todo es falso, y dicen que está loca. Al final va a resultar que los más cuerdos son los más locos.

¿Cuando algo es auténtico? ¿Qué hay de auténtico en nuestras vidas?

Algo que me llama la atención también, es que Thruman se da cuenta de que puede conocer en cierto modo la verdad, al hacer cosas que no pueden prever, que no se esperan. Es como que lo auténtico está en parte en lo espontáneo, en lo presente, en lo nuevo.

En un momento de la película surge una pregunta: ¿Nunca has pensado que tu vida ha sido dirigida en alguna dirección? Creo que aquí tenemos que pararnos a reflexionar sobre nosotros mismos. Cuando digo que ha sido dirigida me refiero no por nosotros, sino por lo otro.

Otra cosa que me llama la atención es que el “Gran Hombre” ejerce el papel de “Dios”, al menos en parte. Crea tempestades, decide cuando debe amanecer, manipula a los amigos de Thruman. Es como si por un lado estuviera Dios, y por otro un yo psicológico que se cuestiona todo. “¿Has visto que atardecer? Es cosa del Gran Hombre”. Me recuerda a Descartes cuando se planteaba que todo lo que tenía por cierto fuera falso, gracias a la posibilidad de la existencia de un genio maligno muy poderoso que utilizara todas sus artimañas para engañarnos. Lo único cierto es que yo dudo de que el mundo sea cierto. Para mi esa es una de las grandes reflexiones que nos deja la película: ¿Qué ocurre cuando sale fuera del plató? ¿Qué hay de nuestro mundo? ¿Acaso todo el programa, toda la película no es una imagen, una crítica de nuestra vida, sociedad, etc.? Hay una constante manipulación. Le hacen creer que todo su pensamiento, ha sido una especie de paranaoia, una psicosis generada a partir de la visión de su padre. Le hacen creer que está loco...

“Aceptamos la realidad del mundo tal y como se nos presenta”.

“Si estuviese completamente decidido a saber la verdad, entonces no podríamos impedirlo”.

“La gente vive la vida falsa de otros”.

“Ahí fuera no hay más verad que la que yo he creado para ti. Las mismas mentiras, los mismos engaños...


Los espectadores asisten a la liberación de Thruman, a su pequeña ascensión, y todo lo que dicen es: ¿Qué ponen ahora? ¿Qué pondrán mañana en mi T.V. personal cuando despierte?

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