domingo, 20 de junio de 2010

Educación y televisión.


La televisión es un medio de comunicación de masas muy propicio para un análisis. Así pues, no creo que sea malo o bueno en sí, sino que depende de cuales sean los fines y la intencionalidad de los contenidos que exprese a los telespectadores, lo consideraré éticamente y educativamente bueno o malo.

Un niño pequeño, creo que apenas tiene conciencia de que la televisión está al servicio de los intereses de una serie de individuos, y que se encuentra subyugada a un marco capitalista, es decir, en sociedades donde imperan el libre mercado, con una intervención nula del Estado, y que además sigue una lógica consumista, y que prácticamente todo su contenido trata de vender cosas y comprar conciencias.

Un niño es como una especie de receptor pasivo ante la televisión, algo así como la antena que la conecta con las ondas que transmiten publicidad y programas basura. Estoy haciendo una crítica más o menos destructiva de la influencia de la televisión en las personas, pero también valoraré el aspecto positivo un poco más adelante. Sin la supervisión de los adultos, y quizás incluso con ella, la televisión moldea al niño dentro de lo ya expuesto (consumismo, etc...). El niño es receptor de miles de anuncios. Esos anuncios les hacen desear un montón de cosas, de cosas materiales. Supercherías. Chucherías. Bobadas. Además, con todo el contenido de los programas televisivos, como la violencia, los insultos, la demagogia, los mensajes políticos, los estereotipos difundidos y acentuados por la televisión, que enseña como son los pobres, como son las mujeres, como son los hombres, como son las relaciones entre hombres y mujeres, etc... Les enseñan todo. Les dan todo interpretado, en bandeja. Les crean unas formas de pensamiento. Fomentan una serie de capacidades, degradan otras. Esto es así para bien y para mal. La televisión puede influir bien o mal. Pero sin la supervisión de la que hablo, y quizás aún con ella, es muy probable que les influya a mal. Que merme sus capacidades como sujetos autónomos capaces de interpretar y comprender la realidad tal como es esta, o tal como la capta el ser humano libre que ha desarrollado su 'logos'.

Ahora bien, la televisión es captar la plena atención de los niños durante largos períodos de tiempo. Y retienen muchísimo, ya que no se trata de conceptos abstractos los cuales quizás les quedan un poco lejos, sino que se trata de una serie de esquemas mentales que se les van grabando en el subconsciente, y que forjan su personalidad y manera de interpretar los significados de la sociedad, les infunden una serie de valores, y que también conforman su manera de ver el mundo.

Si los contenidos son educativos, cuya finalidad sea forjar individuos autónomos, críticos, con unos valores que fomenten la colaboración y una serie de valores que juzgo malos, y que además les enseñen a romper algunos de sus propios prejuicios. Si les enseñan a no aceptar como necesario lo que es contingente. Si le enseñan a no cometer los errores de precipitación y prevención según Descartes, es decir, a no confundir lo verdadero con lo falso, y viceversa, entonces nos encontramos ante una muy buena herramienta capaz de influir muy positivamente en los niños.

Hoy en día encontramos aparatos de televisión en casi todos los hogares, al menos de las sociedades occidentales capitalistas. Los críos pasan un montón de horas en la televisión, por no hablar de las que pasan las personas. Si la televisión no estuviera al servicio del libre mercado, entonces...., entonces la sociedad sería muy diferente, los individuos se comportarían de manera muy diferente....

Hay que tener mucho cuidado. Hay que supervisar. No hay que tragarse lo que te pongan en la televisión. En fin, la cuestión no creo que sea como influye la televisión en los niños, pues en sí la televisión es algo neutra, sino como influye la programación. 

Lo cierto es que de entrada me degradó mi visión, debido a la cantidad de horas que yo pasaba ante la televisión cuando era pequeño.

Hizo menguar mi imaginación.

Es muy probable que afectara a mi proceso educativo en la escuela pública, puesto que muchas veces hacía los deberes y estudiaba viendo la televisión, o al menos teniéndola como telón de fondo.
Hablando del telón de fondo, creo que la televisión no me ayudó a acostumbrarme al silencio, tan idóneo para el estudio. Recuerdo que muchas veces ponía la televisión solo para que su sonido llenara la habitación. Para que ocupara su lugar en ese vacío, y en el vacío que me creaba.

Además también afectó a mi sueño, dado que muchas veces me quedaba dormido viendo la televisión.

En cuanto al resto, pues supongo que ha hecho de mí todo lo que criticaba. Me ha dado una serie de interpretaciones del mundo. Me ha dicho lo que debo querer, como debo comportarme, como es el mundo, que está bien y que mal, quienes son los buenos. Como debo sentirme. A que debo aspirar. Como son los extranjeros. Como son otras culturas, etc... Toda una construcción de la realidad. Toda una realidad virtual.

Si no hubiera pasado tantas horas muertas ante la televisión, probablemente hubiera hecho más ejercicio, habría desarrollado más reflejos, sería más fibroso, etc... ¿Quién sabe?

Quizás hubiera explorado más la realidad y mi ser. Habría desarrollado otras capacidades.

Ahora bien, supongo que he aprendido lo que es cerca y lejos, etc.... (jajaja).

La educación consiste en un proceso por el cual un individuo que ha aprendido una cultura a través del proceso de socialización, toma conciencia de lo que ha aprendido, y comienza a cuestionarlo y a someterlo a crítica, avanzando así hacia una autoconstrucción de su conducta, pensamientos, y sentimientos. Es el proceso por el cual el individuo adquiere su libertad, se convierte en un ser autónomo, capaz de enfrentar al mundo en cuanto a la toma de decisiones, capaz de distanciarse de la realidad y comprenderla. El individuo trasciende la cultura que le han enseñado. Decide que quiere conservar de dicha cultura, y que quiere eliminar.

Ahora bien, la televisión, de entrada posee un sentido unidireccional, en el sentido de que el orden es de arriba hacia abajo, de los estudios de televisión a los aparatos de televisión, y de ahí a los telespectadores. En ese sentido me parece socializador, en el sentido de que el sentido no sea de abajo a arriba, o bidireccional.


Ahora bien, aunque el sentido sea unidireccional y el individuo no puede expresar su opinión a los monigotes que aparecen en pantalla, él mismo puede reconstruir su pensamiento. Puede ser dueño de sus creencias e ideas. Elige como posicionarse, e incluso puede elegir no clasificarse, esto es, no considerarse miembro de un estereotipo, no serlo, al menos, en la medida de lo posible. La televisión nos ofrece una programación, y lo hace en base a unos determinados intereses y dentro de un marco capitalista, pero nosotros podemos servirnos de muchas artimañas para comenzar un entrenamiento crítico. Podemos tratar de hacernos conscientes mediante el visionado y análisis de la televisión, de los procesos de socialización dogmática y no dogmática, y con ello ya estamos educándonos. El siguiente paso, tras cuestionar y criticar lo que aparece en los medios, sería reconstruir nuestra red de pensamientos.

La televisión es un medio que tiene gran capacidad de expansión y de captación de la atención de las personas. En ese sentido, puede ser una herramienta muy educativa, pues puede enseñar a millones de personas que pondrán toda su atención en lo que se les está enseñando.

Además, hay muchos programas que resultan educativos. El contenido de algunos programas es educativo, el de otros no lo es.

La hiperestimulación audiovisual no me parece lo mejor para la reflexión. Creo que un exceso de televisión puede mermar algo la capacidad lectora.

El hecho de que no precise en la mayoría de ocasiones de una decodificación lectora, hace que sea accesible a casi la totalidad de la sociedad.

No obstante, las cadenas de televisión juegan en un marco de neo-liberalismo económico, y esto hace que no se prime la educación, sino que lo que importe sea vender, vender mediante publicidad, y mayores beneficios se obtendrán cuanto más audiencia logre captar la cadena televisiva.

Se busca la gracia fácil, o el morbo, pero no la reflexión. Hablo de la mayor parte de la programación, que no de toda. Pues hay programas educativos como los documentales, o programas que lanzan una serie de críticas contra determinados actos de negligencia política, etc... También se puede usar la televisión para aprender otros idiomas, pues hay subtítulos, etc..., que constituyen una buena herramienta para el aprendizaje lingüístico.

La mayor parte de los noticiarios no hace más que sustentar una serie de prejuicios, además de crear un gran miedo en las personas. No permite una discursión entre ambas partes. La programación no permite una reconstrucción de la misma de parte del individuo, pero si que le sirve como base para empezar a comprender como tiene lugar el proceso de socialización, que valores pretende trasmitir cada programa, etc...

Una cosa que me hace mucha gracia, es el hecho de que parece ser que la mayoría de argumentos que se suelen escuchar acerca de determinadas cuestiones, como el aborto, la inmigración, etc.., parecen ser producidos desde arriba y reproducidos por nosotros.
Creo que la televisión puede ser muy educativa si la educación se establece como un fin en si mismo y se alza por encima de intereses personales.
 

 


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